CONCLUSIONES DE LA REUNIÓN
En un entorno empresarial en el que prima la mejora continua, las organizaciones buscan formas de gestionar sus equipos de manera más eficiente y colaborativa. En este contexto, los enfoques de equipos autoorganizados y liderazgo rotativo han cobrado relevancia como estrategias para mejorar la autonomía, la responsabilidad compartida y la adaptabilidad en la ejecución de proyectos.
Un equipo autoorganizado se distingue por su capacidad de gestionar el trabajo sin una estructura jerárquica rígida, fomentando la toma de decisiones colectiva y la mejora continua. En paralelo, el liderazgo rotativo permite distribuir el rol de liderazgo entre los miembros del equipo según las necesidades del proyecto, promoviendo un entorno más equitativo y fortaleciendo la capacidad de liderazgo en distintos niveles.
Si bien estos modelos ofrecen múltiples beneficios en términos de agilidad y eficiencia, su implementación en las organizaciones supone un desafío significativo. La transición hacia una dinámica más descentralizada requiere cambios culturales y estructurales que no siempre son fáciles de aplicar en la práctica.
A lo largo de esta reunión de trabajo, exploramos las experiencias de ICUBE e IDONIAL trabajando con equipos multidisciplinares en proyectos concretos, compartiendo los retos, aprendizajes y beneficios que han encontrado al adoptar estos enfoques. A través de su testimonio y del resto de participantes, analizamos la brecha entre la teoría y la práctica, proporcionando una visión realista sobre los desafíos y oportunidades que implica la evolución hacia modelos de trabajo más autónomos y colaborativos.
Uno de los puntos más relevantes comentados durante la reunión fue la comunicación fluida. La capacidad de los equipos para mantener una comunicación abierta y transparente es esencial para la toma de decisiones colectiva y la resolución de problemas. Se enfatizó la importancia de establecer canales de comunicación efectivos y fomentar un ambiente donde todos los miembros se sientan cómodos compartiendo sus ideas y preocupaciones.
Las reuniones periódicas se mantienen como una herramienta necesaria para asegurar la eficiencia y el seguimiento adecuado de los proyectos, sin embargo, es crucial evitar el exceso de estas para no sobrecargar al equipo. La clave está en encontrar un equilibrio que permita evaluar el progreso, identificar obstáculos y ajustar estrategias de manera continua, sin perder agilidad y autonomía.
Otro aspecto crucial es el compromiso de todos los miembros del equipo. La autoorganización requiere que cada integrante asuma responsabilidad por su trabajo y por el éxito del equipo en su conjunto. Este compromiso se fortalece mediante la figura del coordinador, quien actúa como catalizador para facilitar la autoorganización. El coordinador no impone decisiones, sino que guía y apoya al equipo en la gestión de sus tareas y en la resolución de conflictos.
Además, el uso de grupos de trabajo multidisciplinares fomenta la participación de perfiles que, normalmente, no actúan como líderes y no asumen la toma de decisiones, enriqueciendo el proceso con diversas perspectivas y habilidades. En este sentido, el empoderamiento del equipo es otro factor clave. Involucrar a la gente adecuada y proporcionarles las herramientas y la confianza necesarias para tomar decisiones fortalece la autonomía y la responsabilidad compartida. Además, el refuerzo de los efectos positivos de las decisiones tomadas por el equipo ayuda a consolidar la confianza y la motivación.
Por su parte, la implementación de sistemas de reconocimiento entre iguales fue identificada como una estrategia efectiva para fomentar el compañerismo y la participación. Reconocer y celebrar los logros de los miembros del equipo contribuye a crear un ambiente de apoyo y colaboración. En todo caso, es fundamental saber gestionar el error asegurando que éstos se vean como responsabilidad del equipo y no de individuos específicos
La transición hacia modelos de trabajo más autónomos y colaborativos requiere un cambio significativo en la cultura organizacional. Este cambio implica adoptar nuevas formas de pensar y actuar, donde la autonomía y la responsabilidad compartida se convierten en pilares fundamentales. Es esencial fomentar un ambiente de confianza y apoyo mutuo, donde los miembros del equipo se sientan empoderados para tomar decisiones y contribuir activamente al éxito del proyecto.
